Escena 2

DOS simula escribir a máquina.

DOS
– "...agrá decién dolé" (tipea) "des deyá susgés tionés" (mira el papel y tipea) "salú damós austed" (mira la hoja) "atén tamén tepún to"

Saca el papel, mira a UNO que se acerca.

DOS (eficiente)
– Señor Rogers... en su ausencia llamó el licenciado Techensky (UNO camina, distraído) para avisarle que no vaya a la sesión de esta semana porque tiene que concurrir a un congreso en Miami

UNO (como si estuviera pensando en otra cosa)
– Bien

DOS (se le acerca)
– ¿Bien?

UNO (como si recién la escuchara)
– ¿Decía?

DOS
– También llamó el arquitecto Menéndez? Garzábal. Quiere que usted apruebe unos detalles que modificó en el loft.

UNO (distraídamente)
– ¿Qué loft?

DOS (impaciente)
– El que usted acaba de comprar, señor...

UNO (como si saliera de un sueño)
– Techensky... (se le acerca seductor)

DOS (nerviosa)
– Sí, lo llamó

UNO (mirándole el cuerpo)
– El loft...

DOS (queriendo zafar)
– Sss... sí, el arquitecto quiere que...

UNO (separándose un poco)
– Bien, bien, ¿llamó alguien más?

DOS (ansiosa)
– Nnn...no, no señor

UNO (separándose más, y arreglándose la ropa)
– Marisa...

DOS (muy ansiosa)
– ¿Si señor?

UNO (camina, pensativo)
– Digameee...

DOS (curiosa)
– Meee...

UNO
– ¿Decía?

DOS
– Usted decía...

UNO (piensa)
– Ah, sí, dígame Marisa... ¿llamó alguien en mi ausencia?

DOS (fastidiada)
– No señor...nadie

Se quedan mirándose, perdido cada uno en los ojos del otro. UNO reacciona, cruza la escena y sale; reaparece trayendo una escalera que planta con decisión..

UNO
– ¡Marisa!

DOS (apurándose)
– ¿Sí, señor?

UNO
– Vea, pues...

Ceremonioso, con las manos en la espalda, mientras hablan se desplaza alrededor de la escalera, ella está ansiosa.

UNO
– ...que he decidido... bien, pues... que he decidido concederle un ascenso

DOS
– ¿No cree que sea peligroso?

UNO
– Pero por favor, no hay nada más seguro (invitándola con el gesto) compruébelo.

Marisa sube a la escalera con cautela y algo de temor.

UNO
– ¿Y bien?, ¿qué siente?

DOS
– Miedo.

UNO (indignado, sube por el otro lado)
– ¡Miedo... miedo! ¿miedo?.

DOS
– Sssi...si

Luz tenue.

UNO (con ternura, tomándole las manos)
– Marisa... no debe temer. (Ella baja la vista, ruborizada) Vamos, anímese, mire hacia abajo (ella mira con temor y curiosidad) ¿Ve? Allí están los demás; pero en cambio nosotros, estamos aquí arriba... ¡tán cerca del cielo!

Simulando la luna, se enciende un símil de tapa de Coca-Cola, que en lugar de la marca de la gaseosa dice: DESTINO

UNO
– Mire, mire Marisa es como acariciar los astros con las manos...

La tapa se apaga, las luces suben, los dos bajan de la escalera, corren alrededor del perchero, se suben al cajón.

DOS
– Señor jefe, debo tener un trabajo, un trabajo seguro, bien remunerado, un trabajo lleno de órdenes para cumplir. Y un sello.

UNO
– ¡Ah! Eso es lo que tengo: un sello. Y papeles

Trae de la caja un gran sello y una enorme pila de papeles. DOS emite una risita estúpida y comienza a sellar. Cada vez que sella suena un golpe de bombo. Dos comienza a jugar con el efecto y realiza diversos ritmos hasta que amaga un golpe que no hace y el bombo igualmente suena. DOS se ríe. UNO entonces vuelve enojado, se detiene, levanta un brazo.

UNO
– ¡De pie! ¡Siéntese! ¡De pie! ¡Siéntese!

UNO repite la orden muchísimas veces hasta que DOS deja de cumplirlas y mira cómo UNO con los ojos entrecerrados, emite las órdenes incumplidas. Lo invade un sentimiento de placer y sus órdenes ahora llevan el ritmo de la respiración en una relación sexual. DOS mira con indiferencia como UNO cae a sus pies, rendido.

DOS
– Señor jefe...

UNO (agotado)
– ¿Sí?

DOS
– Acaban de informarme a través del conmutador de rayos láser que estoy despedida.

UNO
– ¿Despequé?

DOS
– Despedida. En verdad, estamos: cerraron la fábrica de sellos.

UNO grita desesperado, DOS ríe histéricamente. Suena el bombo, al escucharlo se ponen el saco con desesperación y las máscaras azules. Respiran aliviados.

UNO (al público)
– Porque es inocente ser inocente. Hubiera querido dar el último paso pero ya no tenía más peldaños, y la escalera era un alto precipicio de fuego, que me quemaba. Pero ¿acaso alguien prefiere el fuego al cómodo aullido del carro de bomberos? (aúlla como una sirena)

DOS
– Porque pasé la vida haciendo gestos que otros no veían, diciendo palabras que nadie escuchó. Como el que, en una caverna remota de un lugar del mundo, iluminó la palma de su mano en la pared, sólo deseo saber que mi vida es esa mano, esa caverna, los ojos del hombre que la mira. (UNO deja de aullar)

Dejan las máscaras azules colgadas. Suena el bombo. Ahora más fuerte, y buscando de dónde viene el sonido se sacan el saco. Suena otra vez, se tapan los oídos.

DOS
– ¡No quiero escucharlo!

UNO
– ¡No quiero escucharlo!

Se sacan las manos de los oídos con temor de que vuelva a sonar. De pronto UNO ?sin siquiera mirarse el pie? se percata de que el agujero de su media se ha agrandado.

UNO (Trágico)
– ¡Y a mí se me ha agrandado el agujero!

DOS
– ¿Qué agujero?

UNO
– El agujero... (le señala disimuladamente el pie)

DOS (divertido)
– Ah... el de la media...

Se abrazan temerosos y desconsolados. Repentinamente se sueltan y DOS hace subir y bajar la luna. Lo hace al ritmo del movimiento de una barca sobre un mar apaciguado.

No hay comentarios: